Arquitectos
BIZNA Estudio: Pedro Torres García-Cantó y Rocío García Peña
Fotografías
Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán y Rocío Romero)
Fin de obra
2021
Fabricante
Vivienda compacta, refrescante y disfrutona
La Casa JA! es una secuencia de situaciones. Una sucesión de espacios y de rincones que comparten el objetivo de generar espacios donde disfrutar y compartir. Lo principal, lo central: es el salón; por allí pasa todo. Esta pieza es pasante, comunica el jardín delantero (de acceso y de invierno) con el jardín trasero (de estancia y de verano). Desde que se accede a la parcela se percibe la secuencia de jardín-casa-jardín.
Mientras crecen los árboles de hoja caduca del jardín delantero, el porche hace la función de protección, una sombra para el verano que absorbe el golpe de calor y lo evacúa para que no llegue al interior.
El salón es una pieza alta y a un agua para que el aire caliente ascienda y pueda ser evacuado por sistema sencillo creando confort para el verano. Desde él se controla todo, está flanqueado por dos muros equipados, el de ladrillo aloja el paso a los dormitorios, los armarios y el inodoro. Al otro lado, el muro es de comunicaciones, conecta con el garaje, con el mundo, con la cocina y con el porche de la barbacoa mediante una ventana-barra. Al fondo, prácticamente la mitad de la parcela se convierte en un pradera con piscina, protegida de la calle. Esta cara noreste más fría y húmeda introduce la humedad necesaria para generar una sensación de frescor en las noches de verano. De hecho, la banda de dormitorios, se articula mediante un pasillo que va de fachada a fachada, oponiendo dos puertas que permiten que el aire discurra barriendo los pies de las camas. Las mosquiteras se encargan de asegurar la noche mientras que las contraventanas de lamas garantizan su funcionamiento en la siesta. El pasillo atraviesa un baño atomizado que maximiza el uso sin multiplicar las piezas. La banda oeste se destina al garaje -que forma parte de la volumetría general-, del aseo exterior y del porche trasero, el de verano.
El uso de los materiales cerámicos articula y enfatiza los espacios, en la zona de los dormitorios es un zócalo que cuando vira hacia los porches coge toda la altura, incluso se introduce al interior. El ladrillo, semi-manual, visto, con llaga ancha, tiene la cualidad de absorber cierto grado de humedad, lo que permite prolongar la situación de confort. Este efecto, permite un desayuno agradable en la entrada y hasta una merienda fresca en el porche trasero. En el interior, los techos con la bovedilla cerámica vista, también refuerzan este efecto. El pavimento, cerámico, se extiende como una alfombra hacia el acceso, convirtiéndolo en una extensión del mismo ancho del salón al porche y al camino de entrada. La cubierta de teja mixta, también cerámica, se microventila para evacuar el calor y evitar que llegue al interior. Y toda ella está rematada por ladrillo, desde el alero escalonado, hasta los remates laterales y los aliviaderos de crecida del canalón.
Y es que el ladrillo se convierte en un recurso expresivo que junto con las contraventanas de color añil y la volumetría reconectan la vivienda con la vivienda tradicional manchega. Las ventilaciones, la imagen más reconocible de la casa -pues es casi lo único que asoma a la calle- recupera el tradicional “suspirón”. El ladrillo también se convierte en rejillas para la cámara sanitaria, en alfeizares y en umbrales mediante sardineles. Y el color añil, tan característico de los zócalos manchegos, se lleva a las contraventanas. De esta forma, la paleta tradicional se matiza, pero no se amplía.
El resultado es una vivienda donde sus moradores más pequeños juegan al bádminton en el salón, el cúal también cruzan en bicicleta en un circuito indoor-outdoor. O incluso montan una gran cama elástica en el garaje. Un lugar donde disfrutar y compartir.