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2019-2021

Una exploración de lo cotidiano

Arquitectos

Aybar Mateos: Camila Aybar Rodríguez y Juan José Mateos Bermejo

Fotografías

Juan José Mateos

Fin de obra

2021

Fabricante

71 viviendas protegidas EMV La rosilla

Una vez alcanzados los estándares propios de una sociedad moderna en confort, comodidad y salubridad en las viviendas, tanto por la normativa como por la industria, debemos evolucionar y aportar nuevos niveles de calidad en lo espacial, lo material y en las posibilidades de evolución de las viviendas. Es necesario generar propuestas capaces de adecuarse a los nuevos retos sociales y los tipos de núcleos familiares que conforman el tejido social en una exploración de lo cotidiano.

El edificio se articula en dos piezas unidas en planta baja por un elemento de sombra, y que se envuelve en una piel térmica continua. Las piezas se organizan en dos escalas alternas, las que agotan la altura máxima de ocho plantas y las que cuentan con cinco plantas. Su colocación ortogonal permite una heterogeneidad en la percepción desde la vía pública y una clara discontinuidad en los planos de fachadas.

La envolvente se ejecuta con ladrillo klinker en planta baja, como una exploración de diferentes aparejos y utilizaciones de la fábrica. El canto de forjado de la planta primera presenta un prefabricado de hormigón gris con acabado en OSB, a modo de transición entre el zócalo que conforma la planta baja y las plantas superiores, con fachada acabada en SATE y huecos profundos de ventanas. La fachada oeste del edificio de ocho plantas presenta una celosía cerámica que tamiza la vista de los tendederos, con fachada interior de ladrillo cara vista.

Los accesos peatonales se producen desde el espacio intermedio entre los edificios y permite la necesaria privacidad de las viviendas situadas en planta baja por su cota y la creación de espacios de relación en los portales de acceso. Los espacios libres comunes se extienden al interior de la edificación a través de portales abiertos que dan acceso a la escalera y los ascensores que comunican las viviendas, como reinterpretación de los tradicionales de los barrios de los ensanches madrileños.

Las viviendas se organizan alrededor de una gran estancia pasante de fachada a fachada vinculando zonas de estar y cocina en continuidad. Esta organización se expresa en fachada mediante al agrupación rotunda de sus huecos. La unidad de vivienda se plantea con la posibilidad de evolución interna, pudiendo cambiarse fácilmente la posición de las estancias de día y de noche. De este modo, entendemos la vivienda como un volumen capaz, un territorio en el que se actúa en función de las necesidades familiares o personales, planteándose esta posibilidad evolutiva desde el inicio del proyecto.

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Una vez alcanzados los estándares propios de una sociedad moderna en confort, comodidad y salubridad en las viviendas, tanto por la normativa como por la industria, debemos evolucionar y aportar nuevos niveles de calidad en lo espacial, lo material y en las posibilidades de evolución de las viviendas. Es necesario generar propuestas capaces de adecuarse a los nuevos retos sociales y los tipos de núcleos familiares que conforman el tejido social en una exploración de lo cotidiano.

El edificio se articula en dos piezas unidas en planta baja por un elemento de sombra, y que se envuelve en una piel térmica continua. Las piezas se organizan en dos escalas alternas, las que agotan la altura máxima de ocho plantas y las que cuentan con cinco plantas. Su colocación ortogonal permite una heterogeneidad en la percepción desde la vía pública y una clara discontinuidad en los planos de fachadas.

La envolvente se ejecuta con ladrillo klinker en planta baja, como una exploración de diferentes aparejos y utilizaciones de la fábrica. El canto de forjado de la planta primera presenta un prefabricado de hormigón gris con acabado en OSB, a modo de transición entre el zócalo que conforma la planta baja y las plantas superiores, con fachada acabada en SATE y huecos profundos de ventanas. La fachada oeste del edificio de ocho plantas presenta una celosía cerámica que tamiza la vista de los tendederos, con fachada interior de ladrillo cara vista.

Los accesos peatonales se producen desde el espacio intermedio entre los edificios y permite la necesaria privacidad de las viviendas situadas en planta baja por su cota y la creación de espacios de relación en los portales de acceso. Los espacios libres comunes se extienden al interior de la edificación a través de portales abiertos que dan acceso a la escalera y los ascensores que comunican las viviendas, como reinterpretación de los tradicionales de los barrios de los ensanches madrileños.

Las viviendas se organizan alrededor de una gran estancia pasante de fachada a fachada vinculando zonas de estar y cocina en continuidad. Esta organización se expresa en fachada mediante al agrupación rotunda de sus huecos. La unidad de vivienda se plantea con la posibilidad de evolución interna, pudiendo cambiarse fácilmente la posición de las estancias de día y de noche. De este modo, entendemos la vivienda como un volumen capaz, un territorio en el que se actúa en función de las necesidades familiares o personales, planteándose esta posibilidad evolutiva desde el inicio del proyecto.

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