Arquitectos
Nil Brullet Arquitectura: Nil Brullet Francí
Fotografías
Andrés Flajszer
Fin de obra
2019
Fabricante
La primera acción propuesta es el vaciado del patio central de Can Luna (con la consiguiente demolición de los volúmenes anexados) de tal manera que recupere su aspecto original, tome dimensión urbana y recobre un espacio de relación bastante amplio desde el que acceder a las naves.
La demolición de los volúmenes anexados permite la realización de una de las ideas fuertes del proyecto: la construcción de una nueva galería de acceso que sirve como organizador de las circulaciones, permite un acceso flexible, y opera como gestor climático. Esto es, como regulador higro-térmico y lumínico: en invierno cierra sus aperturas y capta radiación, en verano estas se abren para ventilar las claraboyas, y la vegetación y el voladizo protegen de radiación la fachada. La realización de la galería es compatible con la ejecución por fases pedida por el ayuntamiento. En la primera fase, la que ya se ha construido, se ha ejecutado la parte delante de la Nave Rehabilitada. En las sucesivas fases, se irá completando la galería a medida que se vayan rehabilitando el resto de naves.
La rehabilitación de la propia nave B busca potenciar su arquitectura y adecuar el espacio a los nuevos requerimientos funcionales. El primer punto con que se enfrentó la actuación realizada fue tratar de conservar el elemento más característico de la Nave, su cubierta cerámica con las potentes cerchas de madera que ordenan el espacio interior, para el cual fue necesario reforzar tanto cerchas, como correas.
Seguidamente se derrocaron los alféizares de las ventanas consiguiendo dos efectos esenciales: generar aperturas muchos más amplías que permiten un mejor asoleo del interior y crear múltiples accesos al interior de la Nave. Al mismo tiempo, se restauraron las ventanas de la fachada proyectando las vistas hacia el exterior. Esta doble intervención permite, manteniendo la morfología prototípica de muros y aperturas de los edificios industriales, lograr una gran permeabilidad visual que atraviesa el edificio conectando el patio de Can Luna, la galería de acceso, el interior de la Nave y el espacio verde del río Congost.
Por otro lado, también era necesario generar una envolvente estanca para aislar climáticamente la Nave B. Con este objetivo, se trasdosan las caras interiores de los muros con un entramado ligero aplacado con paneles de madera OSB que genera una cámara de aire donde se dispone un generoso aislamiento y una lámina de estanqueidad. La cubierta, por su parte, se aísla por encima de las rasillas cerámicas. Los materiales escogidos buscan crear en el interior de la nave una atmósfera cálida y unitaria: el nuevo revestimiento continuo de OSB con una textura que rememora el pasado industrial de la fábrica como centro textil, intensifica la presencia de las grandes jácenas de madera pintadas de blanco para hacerlas destacar. Un pavimento de hormigón pulido ocre se dispone tanto en la Nave como en la galería, buscando la síntesis cromática del conjunto.
En el patio central, la introducción de la nueva galería de acceso, de marcada imagen moderna, con una gran presencia de policarbonato y de elementos de estructura ligera en madera, refuerza, por contraste, la esencia más pesada de las antiguas naves construidas con materiales cerámicos y pétreos que han sido tratados para recuperar la materialidad más pura de la cerámica. El resto de actuaciones sobre el patio son provisionales y han seguido una estricta contención presupuestaria: un pavimento de sablón para el suelo y unas celosías de ‘gero’ colocado de canto (de textura similar al ladrillo recuperado de la fachada) para tapar las medianeras que habían quedado a cuerpo descubierto debido a la demolición de los volúmenes anexos.